La Niña De Los Ojos Negros
Hoy la conoci.
Sus ojos son negros.
Su mirada es viva,
de piel morena,
rostro que no se olvida.
La conoci en la calle,
un tiempo vendiendo
y otro tiempo pidiendo.
Camina por los barrios,
sus piecitos desnudos y
sus manos pequeñitas,
sin nadie que las defienda.
Muchos son los curiosos,
muchos los que miran,
pero sin ojos,
solo con vendas.
Existen palabras fuertes
y existen palabras suaves.
Aquellas que se dicen
y aquellas que se piensan,
pero solo maldicen
las que son cobardes,
las que se otorgan
y las que se callan.
Crece en medio de fuertes.
Fuertes que le gritan,
fuertes que le pegan.
A la calle, a vender,
buena para nada.
Ah, se me olvida,
asi son los gritos
de los fuertes.
Valiente no se llama
quien a un niño abusa
y luego desprecia para
volver a tomar y usar.
Monedas y billetes,
limosnas obligadas
que huelen a noches
de lujurias encadenadas.
Si, hoy la conoci,
a la niña de los ojos negros.
Pablo Roman Caballero
www.ungido.org
La Celda
Los días son oscuros
Hay tanto llanto
En una celda de muros
Un alma en espanto
Viendo solo por espejos
En un mundo perdido
Estando de Dios lejos
Y quedando en el olvido
Con una mirada vacía
Se acerco al predicador
Preguntando si todavía
Existía el amor
Con lagrimas en sus mejillas
Le conto su horror
Con palabras sencillas
Pero llenas de dolor
¿Verá Dios mi quebranto?
¿Habrá para mi salvación?
Rogaba al Espíritu Santo
Pidiendo...perdón
En medio de su llanto
Su mano extendía
Como deseando tocar su manto
Y diciendo...la culpa es mía
Dios mío, no puedo mas
Grito el predicador
Con ojos llenos de lagrimas
Abrazando al arrepentido pecador
Si! Si existe el amor!
Clamo con emoción
Recíbelo hoy del Señor
Recíbelo en tu corazón
Llego la despedida
Se fue el predicador
El regreso a la celda
Pero con un nuevo amor
El Amor de Cristo
El Amor del Perdón
Pablo Caballero
www.ungido.org
Encontrarás a Dios
Dondequiera que pongas tu mirada,
dondequiera que fijes tu atención,
dondequiera que un átomo subsista,
ENCONTRARAS A DIOS.
En las formas diversas de las nubes,
en los rayos dorados que da el sol,
en el brillo que lanzan las estrellas,
ENCONTRARAS A DIOS.
En los dulces balidos que en los prados
el rebaño da al silbo del pastor,
en los trinos cambiantes de las aves.
ENCONTRARAS A DIOS.
En la sangre que corre por tus venas,
en la misma conciencia del tu YO,
en los propios latidos de tu pecho,
ENCONTRARAS A DIOS.
En la santa figura de la madre
cuyo seno la vida te donó,
en la franca sonrisa de una hermana,
ENCONTRARAS A DIOS.
En las lindas pupilas de la joven
que de amores prendió tu corazón,
en la grata visión de un ser querido,
ENCONTRARAS A DIOS.
En las horas de sombra y amargura
cuando a solas estés con tu dolor
si le buscas en la sombría noche
ENCONTRARAS A DIOS.
Arturo Gutierrez Martin
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Carlosfr80@hotmail.com
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